La era Guardiola

El FC Barcelona inició la temporada 2008-2009 con un nuevo proyecto que generó un cierto escepticismo entre los culés. El presidente Laporta había confiado el banquillo a un hombre de la casa, Josep Guardiola, con buenos resultados en el filial pero sin experiencia en primera. Los más optimistas auguraban buenos resultados a largo plazo. Pero la historia fue otra. Los chicos de Guardiola, con Messi convertido en crack indiscutible, pergeñaron la campaña futbolística más apasionante en décadas. Con un fútbol de libro, alabado en Europa y en el mundo, encadenaron victorias y resultados que pulverizaron todos los récords y consiguieron lo que parecía imposible: ganar en una misma temporada la Copa del Rey, la Liga y la Liga de Campeones, un triplete histórico que nunca antes había logrado ningún equipo español.

En esta campaña, Messi completó su primera temporada sin lesiones y superó su récord de partidos jugados (51) y goles (38). El argentino fue decisivo en las finales de Copa y Champions -marcó el segundo gol del Barça en cada una de ellas-, y, entre goles antológicos, fue el artífice de dos de los seis tantos que encajó el Real Madrid en el Santiago Bernabéu.

Los tres títulos obtenidos en la temporada 2008-2009 daban acceso al club a disputar otros tantos torneos a principios de la siguiente, antes de terminar el año: la Supercopa de España, la Supercopa de Europa y el Mundial de Clubs. En todos ellos resultó vencedor el Barça, marcando un récord histórico: levantar en un solo año los seis trofeos de las seis competiciones en que participaba. No hay duda de que, junto al entrenador, la explosión de Leo Messi fue una de las claves de que la era Guardiola (2008-2012) haya pasado a la historia como la mejor del club. El equipo conquistó durante ese cuatrienio 14 títulos de 18 posibles: a los seis citados, hay que sumar otras dos Liga españolas (2009-2010 y 2010-2011), otra Liga de Campeones en 2010-2011 (la tercera de Messi y la cuarta de la historia del club), la Copa del Rey (2011-2012), la Supercopa de Europa (2011), dos Supercopas de España (2010 y 2011) y el Mundial de Clubs de 2011.

De hasta qué punto el papel de Leo Messi en tales triunfos fue determinante pueden dar una idea las estadísticas. De los 16 goles marcados por Messi en la temporada 2007-2008, pasó a anotar 38, 47, 53 y 73 tantos en los cuatro años de la era Guardiola, cifras de por sí estratosféricas que pueden indicar además, en su progresión, que aún no ha tocado techo, como lo ilustran otros aspectos en que sus números mejoran cada año. Ya no sólo hay que valorar su virtuosismo en el regate (sus cambios de ritmo rompen a los rivales hasta el punto de que el técnico del Arsenal, Arsène Wenger, lo llamó "jugador de PlayStation") y su extraordinaria precisión en los disparos y remates, sino también una visión del juego que ha hecho de él un excelente pasador: de apenas tres o cuatro asistencias de gol en sus primeras temporadas, pasó a 29 en la temporada 2011-2012.

A estas alturas ya eran muy pocos los expertos, entrenadores y colegas que no lo consideraban el mejor jugador del mundo. La prensa deportiva y las federaciones internacionales lo reconocían como tal, y además de los incontables títulos de su palmarés deportivo, el jugador acaparaba reconocimientos individuales. Ya en 2009 la revista France Football le concedió el Balón de Oro y la FIFA lo designó Mejor Jugador del Mundo. Ambos premios se unificaron un año después en el FIFA Balón de Oro, que recayó sobre el argentino en sus tres primeras ediciones (2010, 2011 y 2012) y de nuevo en 2015.

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